Web personal de Antonio Javier Roldán Calzado.

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Cuando la tierra y el cielo se separaron, el dios se dio cuenta de que el pasto para sus animales había quedado en la tierra, por lo que eligió a los masais para que los cuidaran en su nombre. Por eso los masais son los dueños de todos los rebaños de África y gozan de la protección directa de Ngai a través de esos espíritus que les acompañan hasta el día de su muerte. Aquella noche Tumake percibe el regreso del guardián más poderoso, el león blanco, el hijo del Sol, que camina por Kondoa como el más preciado regalo que nadie pudiera recibir. Todo el campo ha enmudecido esta noche, como lo hizo en otra época según le contaron sus abuelos, los anteriores laibones. Hay una mujer joven, en cuyo pelo dorado se refleja el rey del cielo, pero cuya piel es la imagen de la luna. Ella también goza del favor de Yemojá, la madre de todas las mujeres, la diosa de las aguas, que vela por su destino.